Por José Loaiza Montaño. jfloaizam@gmail.com

Durante este tiempo, la explicación de la situación actual en Ecuador debe dividirse en dos etapas. En la actualidad, nos encontramos en una democracia que se enfrenta a resultados inesperados debido al crecimiento sostenido de la criminalidad. Ante esta ola delictiva, surge el debate sobre si el próximo gobierno deberá imponer medidas más severas para frenar este incremento en la criminalidad.

Todo este contexto se ha visto reflejado en el asesinato de Fernando Villavicencio, un activista político y candidato a la Presidencia de Ecuador. El 09 de agosto de 2023, Villavicencio fue víctima de un asesinato en el que se sospecha la implicación de uno o varios grupos criminales. Además, hace unas semanas atrás, también fue asesinado el Alcalde del cantón de Manta, Agustín Intriago. Estos trágicos sucesos se suman a la lista de víctimas que han perdido la vida en esta ola de violencia que ensombrece y no cesa en mi país.

El asesinato del candidato Fernando Villavicencio marcó un punto de quiebre. Recibió seis disparos y, lamentablemente, el resguardo policial no actuó conforme a los protocolos de seguridad solicitados por el propio candidato días antes, cuando recibió amenazas que ponían en riesgo su integridad física. Esta situación ha puesto al descubierto la realidad que aflige a nuestra sociedad: una crisis de seguridad que ha alcanzado proporciones sin precedentes en la historia de Ecuador. Esto es el resultado de la ineficiencia de las autoridades actuales, quienes parecen no tener la capacidad para enfrentar eficazmente los actos de violencia y el narcotráfico.

La Fiscalía General del Estado está llevando a cabo investigaciones que han revelado que el candidato había denunciado amenazas previas por parte de un líder de la banda narcotraficante, conocido como “Fito”, líder de la banda “Los Choneros”, con vínculos al cártel de Sinaloa.

En este período de campaña electoral, nunca antes habíamos experimentado una ola de violencia de esta magnitud. Esta ola ha alcanzado su punto culminante, convirtiéndose en una de la más sangrienta y repudiable en la historia de nuestra sociedad. Así, mientras nos preparamos para el día de las elecciones, el 20 de agosto, sentimos una profunda inquietud y nerviosismo debido a la posibilidad de más sucesos violentos.

El futuro permanece incierto. Los candidatos presidenciales aún no han definido un plan de gobierno sólido para abordar esta ola de violencia que azota a la sociedad. Ayer se llevó a cabo el debate presidencial, en el cual los candidatos tuvieron menos de un minuto para exponer sus planes de seguridad. Lamentablemente, ninguno de ellos logró presentar de manera coherente su proyecto, pese a su vital importancia para Ecuador. Indudablemente, la lucha contra el crimen organizado y la construcción de un estado de derecho sólido serán los objetivos primordiales del próximo mandatario. Sin embargo, el cómo y en qué plazo lograrlo quedan como incógnitas planteadas por nuestros candidatos.

La crisis de inseguridad que afronta Ecuador y el trágico asesinato de Fernando Villavicencio son un recordatorio a nivel global de los desafíos que nuestra sociedad enfrenta. La conjunción de violencia, narcotráfico y la falta de medidas efectivas por parte del Ejecutivo nos lleva a demandar seguridad, paz y justicia para el futuro que se avecina.

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