Las Criollas es un nombre con historia y carácter. ¿Cómo lograron plasmar ese concepto de ‘ida y vuelta’ en cada copa de vino que presentan?
- La Criollas surge del doble concepto de traer al ideario colectivo “lo propio”, y llevado al mundo de los vinos, es la uva hija de las cepas traídas por españoles y que se adaptó a nuestro terruño. Hoy es protagonista en muchas cartas de vinos y tiene presencia muy fuerte en el mundo vitivinícola.

El vino es arte, es historia y es territorio. ¿Cómo integran el diseño, la arquitectura y la enología para crear experiencias que trascienden lo sensorial?
- Ambas tenemos esa mezcla de pasiones por la arquitectura, las bodegas, por la historia, el arte en todas sus facetas, podríamos decir que el proyecto nos trasciende y nos representa porque tenemos a flor de piel todos los sentidos en nuestras vidas. ¿Qué mejor que aunar nuestras profesiones con nuestra esencia? De ahí surge la experiencia sensorial en donde el vino es el protagonista y el entono que lo contiene, es la expresión artística que lo contiene…y nos expresa.
- Se especializan en experiencias de cata que combinan Flamenco y Vinos, Tango y Vinos… ¿Cómo eligen la música como hilo conductor de sus degustaciones?

Las dos bailamos flamenco y Andrea baila tango. Ambos estilos tienen sus características intrínsecas y particularmente el flamenco, a su vez, tiene una variedad de palos flamencos con muchas diferencias entre ellos.
Así como en el vino encontramos:
Cuerpo: la intensidad de color y la densidad en boca del vino.
Dulzor: la sensación de dulzor en boca.
Taninos: las sensaciones de astringencia y rugosidad en boca.
Acidez: la sensación de frescor en boca.
Alcohol: la sensación de calidez en boca.
buscamos lo mismo pero el efecto llegue a los oídos y a los ojos de quien disfruta de nuestras catas.
En tiempos de sobreinformación y fast culture, ¿cómo se educa al paladar para que valore el detalle y el ritual de la cata?
- ¡Ese es el secreto de los Sommelier! Ahí radica el “misterio” de participar de catas de vinos, porque todos son diferentes y el Sommelier que acompaña en esa búsqueda. No solo se educa el paladar, también se educa la nariz…
Por supuesto que no se logra de la noche a la mañana…hay que ejercitarse como en toda actividad.
Argentina es tierra de Malbec, pero las Criollas están recuperando un legado de cepas que merece ser contado. ¿Qué lugar ocupan estos vinos en la escena actual?
- Actualmente tiene una presencia muy importante en el mundo vitivinícola. El origen de esta variedad se sitúa en el archipiélago de Canarias, y fue una de las primeras uvas en llegar a estas latitudes a comienzos del siglo XVI, muy relacionada con el vino de mesa. Con el tiempo y la intervención de enólogos e ingenieros agrónomos se comenzó a elaborar criollas de primera calidad, a vinificar esta cepa de forma cada vez más fina, llevando adelante un crecimiento cualitativo poniendo foco en el viñedo. Con esta calidad comenzaron a cosecharse a partir del 2019 hoy alcanzaría casi una 30% de los viñedos del país.
¿Cuál creen que es el siguiente paso en la evolución del vino y las experiencias que lo rodean? ¿Hacia dónde creen que va la industria?
- Como en todas las actividades, la tecnología tiene muchísima intervención en la industria, en este caso lo que se denomina “Vitivinicultura de precisión” no solo en los viñedos, sino también en el proceso de elaboración.
Actualmente vamos camino, a nivel local, a la introducción de otros materiales y métodos para el proceso de vinificación. Logrando pequeños giros en el producto elaborado.

Y por el opuesto, también se encuentra un fuerte crecimiento de pequeños emprendedores que vuelven a las bases, con vinos orgánicos o de menor intervención ¡Pero esa puerta la abrimos en otra charla!