POR Pablo Scarpellini
Joe Biden quiere evitar a toda costa que el conflicto militar entre Irán e Israel derive en una guerra a gran escala en Oriente Próximo. Lo dejó de manifiesto en una reunión con los miembros del G-7, celebrada este domingo, en la que pidió «una respuesta diplomática urgente» y un día antes en una llamada con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en la que le comunicó que Estados Unidos no tiene intención alguna de participar en una contraofensiva contra Irán.
El presidente estadounidense, acompañado por su secretario de Estado, Antony Blinken, el coordinador para la región de Oriente Próximo, Brett McGurk y su jefe de gabinete, Jeff Zients, participó en una cumbre virtual desde la Casa Blanca en la que sus miembros condenaron de forma unánime «el ataque sin precedentes de Irán contra Israel». Señalaron, además, que «todas las partes deben actuar con moderación. Continuaremos con todos nuestros esfuerzos para trabajar hacia la desescalada. Poner fin a la crisis en Gaza lo antes posible, en particular mediante un alto el fuego inmediato, marcará la diferencia».
Biden confía en que el mensaje «constructivo» enviado desde la reunión del G-7, presidida por Italia y en la que participan Canadá, Francia, Japón, Reino Unido, Alemania y la Unión Europea, sea suficiente para apaciguar los ánimos en la región y convencer a Netanyahu de que no es necesaria una respuesta militar contundente que desemboque en un conflicto aún más grave.
De momento, el presidente americano ha recurrido a la estrategia de aplaudir los esfuerzos de Israel y su victoria a la hora de interceptar los más 300 misiles y drones que lanzó Teherán de madrugada en respuesta a un ataque en su consulado de Damasco, subrayando la mayor capacidad militar de Israel como demostración de que no es necesario una escalada mayor de violencia.
En la misma dirección fueron las palabras de John Kirby, coordinador de comunicaciones estratégicas del Consejo de Seguridad Nacional, que tildó de «increíble éxito» lo sucedido tras el ataque iraní. «Piensa en todo lo que enviaron y en el poco daño que hicieron», dijo, demostrando que Irán «no es la potencia militar» que ellos aseguran que son y la clara superioridad militar y diplomática de los israelíes, respaldados en todo momento por Washington y otros aliados.
Ahora es cuestión de ver si Netanyahu es capaz de resistir la presión en casa y responder a la llamada de Biden de evitar una escalada del conflicto. Sí esperan que, pase lo que pase, Jerusalén informe sobre su decisión con tiempo suficiente para analizar la postura desde la Casa Blanca.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, por su parte, condenó el ataque con drones de Irán, calificándolo de «grave escalada» y llamó a todas las partes a evitar una guerra regional. «Estoy profundamente alarmado por el peligro muy real de un escalamiento regional devastador», señaló en un comunicado. «Insto a todas las partes a ejercer la máxima moderación para evitar cualquier acción que pueda desembocar en enfrentamientos militares de gran envergadura en múltiples frentes de Oriente Próximo».
El consejo de seguridad de Naciones Unidas tenía previsto reunirse de urgencia el domingo para tratar la situación, según confirmó la misión diplomática maltesa que ejerce la Presidencia rotativa del Consejo. Israel ya había solicitado esa reunión para condenar los ataque iraníes y para designar como organización terrorista a la Guardia Revolucionaria iraní.
Teherán, por su parte, se ha agarrado al artículo 51 de la carta de la ONU para justificar su ataque sobre Israel y los territorios que ocupa en Palestina y Siria, es decir, su derecho a defenderse tras lo sucedido en Damasco y dando a entender que sus maniobras militares han concluido.
FUENTE: POR Pablo Scarpellini EL MUNDO